La Sinagoga

La experiencia fue mala porque creo que la información del web no se corresponde en nada con la realidad. Los motivos: - La ubicación está en el centro de la localidad, pero acceder con coche y/o aparcar resulta bastante complicado, y más con la calle en obras. Atentos si tenéis movilidad reducida. -Acceso a las habitaciones sólo con escaleras. NO CUENTAN CON ASCENSOR, sí que hay que subir las maletas a cuestas dos o tres plantas. Todo son escalones y escaleras. - Habitaciones normales. Estaban limpias y las camas cómodas. Pero el precio es excesivo, no tiene relación con esta calidad. Tampoco estan las fotos de todas las habitaciones. - NO hay vistas al exterior. - Desayuno normal, 12 € es un precio excesivo. - Cenas. El menú castellano sólo cuenta con 2 primeros y 2 segundos. Siempre los mismos y si te alojas varios días, pues a comer lo mismo todos los días. Lo cocinan allí mismo pero 24€ por persona y día, para nada. Si decides tomar de la carta, peor... 24€ nos cobraron por 6 chuletillas acompañadas de 6 hojas de lechuga... sin más...ni verduritas, ni patatita al horno... peladas!! Eso sí, recién hechas. En general el edificio está bien cuidado y decorado con gusto y el trato recibido tanto por Isabel como por Mamen ha sido muy bueno. Repetir... para nada. Recomendarlo...tampoco.

Fuimos con mi mujer y realmente lo pasamos GENIAL. Es una judería del siglo XV muy bien conservada y la atención es increíble. Cenamos las dos veces ahi. La primer noche el menú normal y la 2da el menú de Cordero lechaly una mejor que la otra. SUPER RECOMENDABLE!

Alojarse en la hospedería es una experiencia preciosa. Tienes el privilegio de dormir en un lugar con un gran pasado histórico que han sabido mantener con mimo y cariño tanto con la estructura y decoración de la vivienda como con la explicación de la misma. Tanto Mamen como Isabel te acogen de maravilla y están atentas a todo cuanto necesitas pero a la vez te hacen sentirte en casa. La explicación de la casa, bodega y la cata de vinos nos encantó. Fue un rato muy agradable y familiar. Y te hace ser consciente de dónde estás y que ha acontecido allí. Volveremos sin dudarlo.

Solo fuimos a comer. El restaurante es centrico y la dueña amable, pero la comida escasa. Pedimos judias y nos pusieron dos cuencos por la mitad. Chuletillas de lechal pequeñas no; diminutas 5 mini chuletas 15 € .Llegábamos de estar unos días por la zona y este fue el sitio donde menos comimos y el más caro de todos. La calidad no la discuto, pero cantidad precio fatal..No volveremos!

Vistas las opiniones del resto poco más que refutarlas y una pena no haberlas leído antes, fuimos a comer y precios desorbitados, calidad muy pasable y en general te vas con la sensación de haber sido estafado, sobre todo en comparación con los precios de los restaurantes de Castilla y Leon zonas rurales, donde a veces parece que por "suerte" no ha llegado la inflación. En este sitio se aprovechan del turista, en la casa de INFORMACIÓN del pueblo te dicen que vayas aquí si preguntas por un sitio donde poder pagar con tarjeta, el resto es historia, 15€ por unas "bolas" que hacen llamar croquetas congeladas, refrescos de botella sin gas alguno, a 6€ el huevo frito sin patatas o guarnición, por supuesto no te ofrecen carta y cuanto meten la comanda en el datafono no te lo esperas, hasta que descubres que has pagado el cuádruple de precio que en el pueblo de al lado Sale el cliente amargado, ellas, son listas, ya que valiendose de que son las únicas del pueblo que usan datáfono se aprovechan

Mejorable El pueblo muy bonito. El hotel en líneas generales bien, la atención es mejorable, falta personal y la responsable siempre quiere tener la última palabra y la razón. Pusimos el cartel de no molestar y entraron sin permiso a hacer la cama sin apenas limpiar. Pocos detalles, pedí el primer día leche de avena y de los cuatro que estuve no compró, pero si me cobró por 4 cafés y una tostada sin nada, 16 euros.