Balneario Casa Pallotti

Encargamos para Nochevieja dos menús veganos. Al ir a preguntar si hacían, nos enseñaron foto del menú ( adjunto foto, 45 euros menú) y al día siguiente les confirmamos que si lo queríamos. Llega el día de la cena, los recoge un familiar y al llegar a casa vemos que falta la mitad de la cena y además no era el menú encargado. Llámamos y nos dicen que ya se comentó a la persona que encargó que nos hacía la cena como favor y que haría algo parecido, cosa que no es cierta y que además se le hizo hincapié en saber lo que se cenaría. Nos dicen que tienen dos vegetarianos a cenar y que nos han hecho el mismo menú, somos veganos y también es algo que que se les dejó claro. Al decirle que no somos vegetarianos, la persona se corrige pero en la cena ya vimos que estaba todo mal. En el menú entraba summer rolls que cambiaron por croquetas con bien de queso de vaca. Los pimientos rellenos y la mousse de chocolate también brillaron por su ausencia. La crema de calabaza solo de un menú pero cobraron dos y los canalones no estaban rellenos con lo que ponía ahí. Además de eso, lo máximo ya de la dejadez, es darnos las cremas de zanahoria y remolacha congeladas con la fecha escrita en el tupper. Cuando llegaron a casa aún estaban algo congeladas. En resumen, se inventan un menú sin avisar del cambio, no vegano y por esto nos cobran 90 euros.

La verdad es que, leyendo algunas opiniones negativas, no seré yo quien las contradiga ya que "cada cual cuenta la misa según le va". Nuestra experiencia es totalmente positiva, aunque no se nos escapa el detalle de las comparativas con otros balnearios más modernos (y también más impersonales). Ciertamente las instalaciones están algo anticuadas pero no engañan a nadie, no hay que olvidar que es un establecimiento de 1 estrella, con lo que ello conlleva en cuanto a lujos. Por contra estamos hablando de un edificio histórico (recomendable leer su historia) que ha sido casa de retiro espiritual, carcel, hospital y balneario en la época dorada de este tipo de establecimientos, solo por eso vale la pena participar un poquito de esa historia. La atención del personal cercana familiar (sin dejar de lado la profesional) e impecable por parte de todo el equipo, facilidades de aparcamiento, habitaciones muy amplias aunque algo sesactualizadas, los menús sencillos pero muy caseros. El entorno es de relax y silencio total, tiene unos jardines amplísimos para pasear, un río (el Carranza) que suena a música si abres la ventana y una vía de tren que en tiempos pasados disponia de su propio apeadero. El enclave es genial ya que el valle es precioso y da para pasar unos días geniales. ¡TOTALMENTE RECOMENDABLE!

Estuvimos el 4 de julio. Cogimos una oferta con descuento extra en Groupon de Piscina + Bañera + Comida un día entre semana y, en proporción a lo que pagamos (32€ los dos) estuvo muy bien. El menú solo cuesta 14€ por persona. Sabíamos que la bañera era tumbarse un rato para relajarse y que la piscina, de aguas medicinales, no tenía nada (ni chorros ni jacuzzi), por lo que nos relajamos y nadamos un rato. Se notaba que la piel estaba muy suave y que se flotaba más que en una piscina convencional. Se ve que han renovado recientemente la estancia de la piscina termal, con agua calentita, a unos 29º, no en cambio la zona de las bañeras, que tiene su aire clásico, lo que tiene su encanto. El menú del día incluido estuvo fenomenal. Había varios platos bien elaborados para elegir, que compartimos; todos ellos muy ricos. La camarera, muy simpática. Por poner algo negativo, debido a que la recepcionista (también muy agradable) no paraba de hacer labores, yendo de aquí para allá, tuvimos que esperar un ratillo hasta que pudo atendernos, pero no nos importó: Íbamos a relajarnos y, después, no nos metieron ninguna prisa una vez en la piscina para salir del agua. Quedamos contentos y creemos que las valoraciones tan bajas que se le han dado no le hacen justicia. El entorno es muy bonito, con amplios jardines, junto al río Carranza y junto a la vía del tren donde hace muchos años el balneario tenía apeadero propio.